Reflexiones cristianas para hoy 11 de Enero

Tu oración es como un suave suspiro en el oído divino, un momento de quietud donde buscas la cercanía de Dios. Es un llamado sincero para sentir la presencia divina en medio del silencio, una conexión profunda que trasciende las palabras.

La cita de Filipenses 4:6-7 que compartes es como un abrazo reconfortante de las Escrituras. En estas palabras, se nos anima a no preocuparnos, sino a presentar nuestras peticiones a Dios con gratitud. La promesa de la paz de Dios, que supera cualquier comprensión, es un regalo inigualable que guarda nuestros corazones y pensamientos en la serenidad de Cristo Jesús.

Decir "Amén" al final de tu oración es como cerrar los ojos y dejarse envolver por esa paz prometida. Es un acto de confianza, una entrega de tus preocupaciones y una apertura a la tranquilidad que proviene de la presencia divina.

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